No sabía que iba a pasar así, pero ya sabía desde pequeña que yo era
protagonista de una película. Aunque suene a locura, yo sabía que mi vida iba a
tener banda sonora, y planos generales, y primeros planos, y contrapicados. Yo
vine al mundo sin pensar, pero, como contrapartida, me he pasado la vida
pensando. Es imposible volver atrás, como en el cine. Dirás que en las
películas se puede volver al momento del disparo, al de la persecución, al del
beso, y es verdad. Pero en la vida también puedes volver a ese punto, aunque
siempre será una imagen de lo que fue, como en la pantalla. Nada pasa dos veces
igual, con la misma intensidad. La primera vez que [lo que sea] es la primera
vez, tiene un poder especial que te llena y te vacía. Te llena porque emociona,
porque estás vivo y lo notas. Pero te vacía porque ya ha pasado y no volverá.
Yo he buscado sin parar sentirme viva. Y eso, en gran parte, arruinó mi vida.
Eso, y esta relación amor odio que tengo con los recuerdos, siempre rebobino y
nunca es igual, y ni siquiera sé por qué rebobino. Necesito sentir el presente,
y, cuando no lo noto, porque no está aquí, vuelvo atrás. Sí, el presente puede
no estar. Es como cuando pones la película en pausa y vas a hacer otras cosas.
Pues igual el presente. Esos días que vives pero en los que no estás viva. Me
despierto, me ducho, hablo con gente, como, camino, voy en bus, incluso es
posible que sonría; pero no estoy viva. Ése día en el que no hay película. A veces me doy cuenta de que pierdo un
tiempo valiosísimo. El tiempo, qué gran concepto, me obsesiona. No puedo dejar
de pensar que el tiempo que pasa no vuelve, y que se acaba acabando, lección
número uno del ser humano. Quiero hacer tantas cosas, vivir tantas vidas, que
mi frustración sólo es comparable a todo ese tiempo perdido en pensar en él. Eso
que dicen de vive el presente, es muy difícil. Todas las horas es imposible. Yo
no vivo cada minuto, y considero que vivo la vida (generalmente, cuando no
tengo un día horrible, un día en que no hay cámaras que graben ni música que suene). Vivo la vida como
viene, sea bueno, malo o regular, y lo sé porque me comparo con otras personas, gente que veo en la calle,
subir al metro, tomarse un café, y no saben lo que es vivir. Lo sé, lo veo. No
son protagonistas. Están en blanco y negro, mudos, ciegos, sordos. Tienen sueños y dudas, y sufren y ríen. Como yo, dirás, pero no lo hacen como yo. No se han roto como yo, no han muerto y renacido mil veces, no son protagonistas de tantas y tantas películas. Protagonistas hay muy pocos. Quizás son
mucho más felices que yo, eso no lo discuto, pero están en blanco y negro. Yo tengo
mil colores. Y me encanta el hecho de estar viva. Me encanta pensar en las mil
posibilidades que tiene mi vida. Cómo he llegado a ser así, no lo sé. Simplemente
creo que nací para ser así. Estoy en el mundo para enseñarme a mí misma qué es
estar en el mundo. Creo que el resto de gente debería ver lo mismo que veo yo,
pero quizás la gracia está en que no lo vean. Soy la protagonista. Cuando me
muevo, se mueve la cámara.
Ya lo dijo William Shakespeare, el mundo es un escenario, y todos los hombres y mujeres son meros actores. Lo que él no decía es que no sabemos el texto, ni el argumento, ni la escena que sigue a ésta. Sólo sabemos que de nuestra actuación depende el éxito.